En un país como Italia, lleno de ciudades famosas, Génova no suele ser la primera que viene a la mente. Si Venecia, Florencia y Roma son tal vez las tres primeras, a menudo les siguen Pisa, Siena y Nápoles, por no mencionar las islas de Cerdeña y Sicilia. De hecho, Génova quedaría hacia el final de una lista mucho más larga, y podría estar más estrechamente asociada con su famoso hijo, Cristóbal Colón, quien al final navegó a España. Para los turistas ávidos, Génova podría ser el punto para quienes deseen visitar la impresionante Cinque Terre en la cercana costa de Liguria, y para un experto en la política mundial, la ciudad de Génova podría recordar los trágicos acontecimientos de la 27ª cumbre del G8 en julio de 2001, cuando, en el apogeo del movimiento antiglobalización, las protestas se tornaron violentas y provocaron la muerte de Carlo Giuliani, de 23 años. En las noticias hoy en día, Génova podría representar la infraestructura desmoronada de Italia y la aparente impotencia de su gobierno para repararla. El martes 14 de agosto de 2018, uno de los principales puentes de la ciudad, el Puente Morandi, se derrumbó, matando a 43 personas y dejando 600 sin hogar. La desaparición del puente también destruyó la reputación de Italia como el país experto en ingeniería mecánica.
Aunque Génova no puede competir en la imaginación popular con algunas de las urbes más famosas de Italia, esta concurrida ciudad portuaria encaramada sobre el mar alguna vez contó con un poderoso imperio que rivalizaba con el de Venecia. El imperio genovés también se prolongó durante aproximadamente el mismo período, aumentando en la Alta Edad Media y llegando a su fin a manos de Napoleón Bonaparte cerca del final del siglo XVIII. Más allá de su propio éxito, la ubicación de la ciudaden la cima del Mediterráneo le dio un lugar estratégico importante desde dónde observar la historia italiana y europea, así como el mundo más allá.