Sus dos compañeras, los adultos de las otras cuevas y la mayoría de los jóvenes estaban forrajeando entre los árboles raquitizados por la sequía valle arriba, buscando bayas, suculentas raíces y hojas y ocasionales brevas, así como lagartijas o roedores. Solo los pequeños y los más débiles de los viejos permanecían en las cuevas; si quedaba algún alimento al final de la búsqueda del día, podrían nutrirse. En caso contrario, las hienas no tardarían en estar otra vez de suerte.