Yo que siempre pestañeo cuando pasan estrellas fugaces, que lloro viendo anochecer en el mar o escuchando a Ludovico Einaudi porque me siento incapaz de abarcar tanta belleza y eso me llena de tristeza, que tengo un corazón en dos por cuatro y un silencio entre los labios, que temo más a la oscuridad que a los monstruos, que no pertenezco a ningún lugar porque abandoné mi casa para cohabitar con mi existencia y debo mil facturas, que no confío en quien me quiere por no salir de mi rutina, que escribo porque no soporto mi ruido y todo lo demás es adorno.