Salomón construyó en Jerusalén el primer Templo, centro de la religión judía, y allí estableció la morada de Dios, en el Arca de la Alianza, un baúl chapado de oro que encerró en una cámara secreta, sin ventanas, el Sancta Sanctorum, en la que, una vez al año, entraba el Sumo Sacerdote acompañado de su sucesor para pronunciar en voz baja el Shem Shemaforash o Grandísimo Nombre, el nombre secreto de Yahvé que sólo estas dos personas conocían. El Shem es el Nombre que Él le había revelado en el Sinaí a Moisés. De esta manera, Israel renovaba anualmente su pacto con Dios.