En este contexto nace Jesús y crece entre los menesterosos galileos, los más inclinados a meterse en líos. Los galileos eran pobres de solemnidad y no llevaban camino de mejorar su suerte. Por una parte, como galileos, pagaban tributos al Estado y por otra, como judíos, los pagaban al Templo de Jerusalén, la autoridad religiosa (la Iglesia recaudadora, el negocio de los saduceos).