Ana Lena Rivera

–Cruel no, científica. Tú puedes engañarte si quieres. Según los antropólogos, forma parte de la evolución: el hombre busca mujeres atractivas con las que aparearse para reproducir sus genes y la mujer busca hombres exitosos capaces de proporcionar el mejor hogar a sus crías. Naturaleza en estado puro.

«Si quieres que alguien te de su dinero tiene que parecer que tú tienes mucho, que sabes ganarlo y que lo harás para él. Eres una mujer en un mundo de hombres. Lo único que les hará olvidarlo es que piensen que eres capaz de multiplicar su dinero», me había dicho mi jefa el primer día que entré en el banco de inversión.

racia, sigues siendo una ingenua. Esa patraña de la hermana muerta es lo que cuentan ellos, pero todas las malas lenguas dicen que Ernesto es hijo de Sofía. De soltera. Un desliz que consiguieron tapar con esa historia de una tercera hermana fallecida.

podía quitarme de la cabeza que la Impugnada y don Marcelo Pravia fueran de la misma ciudad.

Tal vez era la diferencia generacional con la Impugnada, la que no me permitía dar credibilidad a la teoría. Las personas mayores tienen un pasado difícil de visualizar por las generaciones posteriores, que los conocen ya adultos, curtidos por sus vivencias, con menos ideales y más sentido práctico, con menos futuro y más pasado.

–¿El de Nélida? Pues fue una niña, Celia. Se la quedó. No se casó, claro. La sociedad era muy distinta en aquellos tiempos. Nélida era muy guapa y tuvo amantes que la mantuvieron toda la vida y pudo ahorrar para tener una vida desahogada cuando se hizo mayor.

En ese caso, ¿por qué era ella la representante legal de Ernesto y no Carmina en la escritura del inmueble de la calle Mon? ¿Solo por ser ella quien se encargaba de la economía familiar? ¿Tal vez porque no consideraron a Carmina capacitada para ello? En cualquiera de los escenarios ¿dónde había estado Ernesto sus primeros años de vida? ¿Se había quedado con los abuelos en Valladolid?

–No es lo que dice tu cara.

–Vete a cag... –respondí.

Estaba enfadada conmigo misma, no por lo que había dicho Sarah sino porque si no iba a fisgonear no iba a ser por seguridad en la solidez de mi matrimonio, tan malherido como necesario para mí.

En los negocios hasta los amigos eran potenciales enemigos. Más peligrosos que ningún otro porque la cercanía les da una visión más certera de tus puntos débiles.

Salvo que se tiren ellos mismos por una ventana, ¿no crees? Error de cálculo.

–¿Qué estás insinuando? ¿Que Berta le dio drogas a la Impugnada para que saltara por la ventana? ¿Cómo? No era clienta suya. Me cuesta incluso pensar que la Impugnada aprobara que Carmina fuera a verla. Además, ¿cómo se calcula lo que va a hacer alguien drogado?