Brenda Navarro

Nosotras no queremos ser símbolo ni excusa para su democracia

Queremos nuestra libertad, queremos nuestra vida y la de las otras. Te queremos aquí, viva. Y que las decisiones que tomaste sobre tu vida no dependan de lo que hicieron con tu cuerpo.

Todos queremos el futuro porque es una promesa de que en algún momento se te va a quitar la estupidez.

De hecho, nunca hablamos de si alguien ese día volvió o es que acaso en los catorce kilos de mi hijo nos fuimos todos y nunca más volvimos.

No siempre se es la misma tristeza. No todas las veces despertaba con la gastritis como estado de ánimo, pero bastaba que pasara algo para que por instinto tragara saliva y fuera consciente de que tenía que respirar ante los hechos. Respirar no es un acto mecánico, es una acción de estabilidad; cuando se pierde la gracia es que se sabe que para mantener el equilibrio es que hay que respirar. Vivir se vive, pero respirar se aprende.

Tal vez mañana seas capaz de levantarte del sillón. Pero el mañana siempre es otro día y yo, sin embargo, vivía perpetuamente el mismo, pues no hubo sillón del que tuviera que levantarme.

Total, a lo mejor eso es lo que se supone que significa hacer todo por los hijos, dejar de destruirse mutuamente, no sé.

Poco a poco empecé a resignarme a esa clase de belleza y también al hecho de que yo no iba a ser madre de nadie, que nomás iba a ser la cuidadora de todos los hombres de mi vida.

No se puede ser humano si otro organismo te succiona la vitalidad. Tampoco se puede ser humano si cargas los fantasmas que no te corresponden, se llama individualidad.

La lactancia es el reflejo de las madres que quieren ahogar a los hijos ante la imposibilidad de no poder comerlos.