—De ningún modo se esperaba que fuera a plantear un problema —continúa diciendo con la voz ronca—. Pensé que podría tener una parte de ti y no decirlo nunca, y tú nunca tendrías por qué saberlo, y un día te cansarías de mí y te irías, porque yo soy... —De repente se interrumpe y agita una mano en el aire, temblorosa, en un gesto de impotencia que indica todo cuanto él es—. En ningún momento pensé que estaría aquí de pie, enfrentándome a un dilema que no puedo resolver, porque nunca... nunca imaginé que tú podrías quererme.