Carl Henrik Langebaek

el indígena no es solo pasado ni es solo historia. Está presente en Colombia y hace parte de lo que venga. No podemos insistir en considerarlos “conocimiento ancestral” o “legado histórico”: las poblaciones indígenas hacen parte del presente, como lo harán, sin duda, del futuro.

En realidad, ese individualismo que nos parece tan natural surgió con el mercantilismo que despertó en partes de Europa poco antes de la conquista del Nuevo Mundo y que vivió su máximo esplendor por causa de las riquezas encontradas en este último.

Estamos obsesionados por encontrar evidencias de desigualdad y de interpretarla a nuestro acomodo, sin tener en cuenta que nuestra propia sociedad piensa las cosas de cierta manera que no es universal, afortunadamente.

Hoy se estima que la mayor parte de la población indígena comparte ciertas mutaciones que se desarrollaron en el Nuevo Mundo, aunque todas sean en últimas descendientes de poblaciones asiáticas.

prosperan otras especies; pero los vegetarianos tampoco ponen de su parte, porque los bosques tropicales tienen un nuevo enemigo: los cultivos de soya. La triste verdad, además, es que la agricultura de la cual dependemos se basa irremediablemente en fertilizantes provenientes del petróleo y en plaguicidas malsanos para los seres humanos.

La agricultura moderna tumba todo lo que no le sirve y crea medios artificiales en enormes extensiones, a costa de otras formaciones vegetales. Los aficionados a la carne no ayudamos, porque el ganado requiere grandes sabanas en las que no