El inconsciente debe fluir de forma libre y rica, proveyendo a demanda todos los tesoros de la memoria, todas las emociones, incidentes, escenas, indicaciones de la personalidad y relaciones que ha almacenado en sus profundidades; la mente consciente debe controlar, combinar y discriminar entre estos materiales sin obstaculizar el fluido inconsciente. El inconsciente suministrará al escritor «tipos» de toda clase: personajes tipo, escenas tipo, respuestas emocionales tipo; el consciente se ocupará de la tarea de decidir cuáles son demasiado personales, demasiado puramente idiosincráticos como para convertirse en material artístico, y cuáles son lo bastante universales como para resultar útiles.