El conflicto sobre el multiculturalismo ya es un conflicto sobre la Leitkultur: no es un conflicto entre culturas, sino un conflicto entre visiones diferentes de cómo las diferentes culturas pueden y deben coexistir, sobre las reglas y prácticas que estas culturas tendrían que compartir. Por ello, habría que evitar verse atrapado en el juego liberal de determinar cuánta tolerancia debemos mostrar hacia el Otro: ¿debemos tolerarles si pegan a sus mujeres, si conciertan los matrimonios para sus hijos, si tratan brutalmente a las personas homosexuales de sus filas, etc.? A este nivel, desde luego, nunca podemos ser tolerantes, o bien somos demasiado tolerantes negando los derechos de la mujer, etc. La única manera de romper este punto muerto es proponer y luchar por un proyecto universal que compartan todos los participantes[11].