El pensamiento gnóstico se articula por entero sobre la voluntad de resolver el problema del mal; y esto, dirigiéndose especialmente, al precio de una especulación que recurre a lo mitológico, a sus orígenes; esto explica, por lo demás, la fascinación que ejerce y, en gran medida, las dificultades que plantea. Su pregunta es: «¿de dónde viene el mal?»; enorme pregunta que sigue siendo el desafío para todo pensamiento y toda religión.