Gesell recibió la cartera de Finanzas gracias a su «teoría del dinero libre», en la que llevaba años trabajando. Básicamente, pretendía gravar con un impuesto la acumulación de dinero. Si todos los ciudadanos se veían obligados a gastar sus ingresos monetarios en un plazo breve, la economía estaría de continuo estimulada y los ricos únicamente lo serían en especie, haciendo prósperos con sus consumos a terceros y frenándose así la especulación financiera que ya pudría el libremercado mundial.