Andrea López

—Gracias por lo de bonita, me encantaría devolverte el cumplido, pero siempre me han dicho que no se debe mentir —siseo cada vez más molesta.

—¡Pero, Sofía! —exclama su madre contrariada al verla en tal estado—. ¿Dónde están tus modales?

—Haciéndole compañía a su educación —responde ella señalándome con la cabeza antes de darse la vuelta y marcharse sin dignarse siquiera a mirarme una vez más.

Me inundó el pánico y Sofía fue el saco de boxeo que mi miedo golpeó.