Las mujeres han sido grandes gestoras del movimiento, el cambio y la acción, como activistas, como madres que gritan a la sociedad y sus funcionarios por la aparición de sus hijos, de sus hijas, de las hijas e hijos de otros. Grupos de madres, abuelas, hermanas, tías, maestras han llenado las calles de clamor, de caminatas, de movimiento y fervor por el cambio que demanda la aparición. Han revolucionado el espacio pasando de la cocina, al antecomedor y a la antesala de cámaras de diputados. Han creado un tiempo en espiral, un tiempo oblicuo y paralelo (en contraposición al tiempo lineal) que permite la contigüidad de tareas de nutrición, cuidado, de economía dobles y triples y de acciones políticas.