Íñigo Jáuregui Eguía

—Qué valientes somos los mexicanos —dijo irónicamente—. ¡Matarnos así los unos a los otros!

Su táctica militar es sorprendentemente parecida a la de Napoleón. El sigilo, la rapidez de movimientos, la adecuación de sus planes a las características del terreno y de los soldados, el valor de unas relaciones estrechas con la tropa, convencer al enemigo de que su ejército es invencible y de que la vida del propio Villa está tocada por la gracia, estas son sus características.

El general Hugh L. Scott, al mando de las tropas estadounidenses en Fort Bliss, mandó a Villa un pequeño panfleto con las Reglas de la Guerra adoptadas en la Conferencia de La Haya. Este pasó varias horas estudiándolas minuciosamente, enormemente interesado y entretenido.

—¿Qué es la Conferencia de La Haya? —dijo—. ¿Hay en ella algún representante de México? ¿Y alguno de los constitucionalistas? Me parece gracioso que se hagan reglas sobre la guerra. No es un juego. ¿Qué diferencia hay entre la guerra civilizada y cualquier otro tipo de guerra?

EL SUEÑO DE PANCHO VILLA

Al poco los dejé allí, duros, fríos e inadaptados en un país pasional, despreciando la causa por la que luchaban y burlándose de la alegría de los irreprimibles mexicanos.

Debo decir aquí que vi pocos mercenarios (salvo un científico muy aburrido que estudiaba la acción de los altos explosivos en las armas de combate) que no fueran vagabundos en su país.

nunca se sabe lo que hará un mexicano cuando está borracho. Su temperamento es demasiado complicado.

nunca se sabe lo que hará un mexicano cuando está borracho. Su temperamento es demasiado complicado

las estrechamos, saludándolos con la elaborada cortesía mexicana.

nos llevó media hora de charla ceremoniosa.