Jean Paul Sartre

Por el momento, querían vivir con el mínimo de gasto, economizar gestos, palabras, pensamientos, hacer la plancha: tenían un solo día para borrar las arrugas, las patas de gallo, los pliegues amargos que deja el trabajo de la semana. Un solo día.

Por el momento, querían vivir con el mínimo de gasto, economizar gestos, palabras, pensamientos, hacer la plancha: tenían un solo día para borrar las arrugas, las patas de gallo, los pliegues amargos que deja el trabajo de la semana. Un solo día.

Por el momento, querían vivir con el mínimo de gasto, economizar gestos, palabras, pensamientos, hacer la plancha: tenían un solo día para borrar las arrugas, las patas de gallo, los pliegues amargos que deja el trabajo de la semana. Un solo día.

El cielo estaba claro aún, pero la tierra se envolvía en penumbra.

Entonces sentí mi corazón colmado de un gran sentimiento de aventura.

Pero para mí no hay ni lunes ni domingo; hay días que se empujan en desorden, y de pronto, relámpagos como éste.

Nada ha cambiado y sin embargo todo existe de otra manera. No puedo describirlo; es como la Náusea y sin embargo es justo lo contrario: al fin me sucede una aventura, y cuando me interrogo veo que me sucede que yo soy yo y que estoy aquí; soy yo quien hiende la noche; me siento feliz como un héroe de novela.

Acaso fuera lo que yo prefería en ella: esa fidelidad poderosa y severa al menor rasgo de su imagen.

Mi existencia comenzaba a asombrarme seriamente. ¿No sería yo una simple apariencia?

El sol era claro y diáfano: un vinito blanco.