—¿No has pensado en marcharte? —me preguntó.
—¿Para ir adónde?
—A la escuela.
Me animé.
—En septiembre iré al instituto. A papá no le gustará, pero pienso ir.
Creí que Tyler se alegraría; en cambio, hizo una mueca de desagrado.
—Ya lo has dicho otras veces.
—Voy a ir.
—Quizá. Mientras vivas en casa de papá es difícil que vayas al instituto si él te lo prohíbe. Lo más seguro es que lo aplaces un año, y otro, hasta que ya no queden años. Si empiezas como alumna de segundo, ¿podrás graduarte?
Los dos sabíamos que no podría.
—Ha llegado la hora de irse, Tara. Cuanto más tiempo te quedes, menos probabilidades tendrás de marcharte.