Ocurriría muchos años antes de que yo comprendiera lo que su marcha le había costado y lo poco que él sabía de adónde se dirigía. Tony y Shawn se habían ido de la montaña para hacer lo que mi padre les había enseñado: conducir camiones, soldar, desguazar. Tyler se lanzó al vacío. Ignoro por qué lo hizo y él tampoco lo sabe. No acierta a explicar de dónde salió esa convicción y cómo ardió lo suficiente para que su brillo se abriera paso en la negra incertidumbre. Yo siempre he supuesto que fue la música que tenía en la cabeza, una canción esperanzada que los demás no oíamos; la misma melodía secreta que tarareaba cuando compró el libro de trigonometría y cuando guardaba las virutas de lápiz.