Toda la materia conocida está compuesta por átomos, incluidos, claro está, todos los organismos vivos. De hecho, átomos que ayer formaban la dura roca, mañana estarán formando parte del delicado entramado neuronal de algún animal. Existe una continua circulación de los átomos entre la materia viva y la inerte, y esto, en cierta forma, limita nuestra capacidad de poder poner límites a ambas formas de materia.