Francisco está pensando el mundo a una escala diferente, en un ciclo más largo hacia atrás y también hacia delante, con un discurso más amplio y, a la vista de los hechos, también más sólido que el de aquella izquierda ascendente a la que estaba dando entonces su bendición. Un lustro después, en una hora crítica para el devenir de la globalización, el mensaje de Bergoglio sigue siendo un referente ineludible para su análisis y para imaginar una alternativa mejor.