Entramos aquí en un problema mayúsculo. El lenguaje, ¿es equívoco, multívoco o unívoco? Hemos de comparar la lengua poética con la lengua científica, para tratar el asunto.
La ambigüedad es el gozne sobre el que gira la poesía. En cambio, la lengua científica pretende ser precisa y hace caso omiso de la forma de expresión: desea ser rigurosa, nítida. En poesía, priva la pasión del sujeto lírico; en la ciencia, por el contrario, el sujeto desaparece, su habla se vuelve neutral, abstracta: en ocasiones, la primera persona del singular, yo, se convierte en la tercera persona del plural: el yo se hace nosotros o asume la forma de la tercera persona, el se impersonal. Por el contrario, la lengua de la poesía está teñida por la fuerte personalidad del poeta, que habla de sí mismo, en frases llenas de ambigüedad. Cabe aclarar que el yo lírico no es el poeta de carne y hueso, sino un sujeto ficticio, construido verbalmente. La poesía necesita ser interpretada y exige un trabajo de comprensión, es multívoca y asume múltiples sentidos. La lengua científica quiere ser unívoca y hasta se puede expresar (decir y escribir) en formas abstractas, como las de una lengua artificial, la matemática: esto exige el análisis lógico del lenguaje, pongamos por caso. La poesía se apoya, en cambio, en paradojas.