realidad es que tus hijos llegarán a conocer quién eres realmente. Verán tus debilidades espirituales y de carácter, y si los niegas, amargarás a tus hijos. Pero si eres un padre que rápidamente confiesa sus errores a sus hijos, te apreciarán más y te presentarás a ti mismo como alguien a quien pueden acudir cuando ellos fallen.