Sobre la salud de las naciones
Ridley reitera la creencia generalizada de que «la gran mayoría de las personas están […] mucho mejor protegidas contra las enfermedades». Pero, en realidad, la mayoría de nosotros somos más vulnerables a las enfermedades más alarmantes ahora de lo que lo eran las personas en la Edad de Piedra, por la simple razón de que, salvo contadas excepciones, las enfermedades infecciosas más letales para los seres humanos simplemente no existían en la prehistoria. Derivan de la civilización misma. Antes de la agricultura, los humanos no vivían con animales domesticados, de los que mutaron patógenos peligrosos para nuestra especie. La tuberculosis, el cólera, la viruela, la gripe y otras conocidas plagas de la humanidad solo emergieron en núcleos de población suficientemente densos como para permitir su expansión una vez que mutaron a huéspedes humanos.