En los países civilizados casi todos los hombres son iguales en el hecho de buscar trabajo con el objeto de ganar un salario. Para ellos, el trabajo es sólo un medio, no el fin en sí; por eso son poco exigentes al elegir trabajo, el cual sólo les importa por la promesa de la ganancia, siempre que ésta sea considerable. Sin embargo, existen unas pocas personas que prefieren morir antes que dedicarse a trabajar a disgusto; son naturalezas que tienden a elegir y difíciles de satisfacer, pues no se contentan con una apreciable ganancia, si el trabajo en sí no constituye la ganancia de todas las ganancias. A esta clase de hombres pertenecen los artistas y los contemplativos de todo tipo, así como esos ociosos que se pasan la vida cazando, viajando o dedicándose a intrigas y aventuras amorosas. Todos éstos quieren el trabajo y la penuria con tal que esté unido al placer, incluyendo el trabajo más duro y penoso si fuera