Y es que la vasta extensión de África, la escasez de ríos navegables y la falta de carreteras, así como un clima mortífero, si bien es cierto que han sido un obstáculo en su desarrollo, al mismo tiempo han constituido una defensa natural ante la invasión; todos estos factores han hecho que los colonialistas no pudiesen adentrarse demasiado. Se mantuvieron cerca del litoral, de sus barcos y sus fortalezas armadas, de sus acopios de alimentos y de la quinina. Si alguien –como Stanley– en el siglo XIX tuvo el valor de recorrer el continente de este a oeste, tal hazaña se convertía por muchos años en tema de la prensa y de la literatura. Gracias a esos obstáculos de transporte y comunicación, muchas culturas y tradiciones africanas han podido sobrevivir hasta nuestros días en su forma ancestral.