Los alemanes desnudos parecen increíblemente inofensivos. No ocultan secretos. No dan miedo. El secreto de su fuerza no está en su piel, sus huesos, su sangre, sino en el uniforme. Tan desnudos están que no se sienten vestidos si no es en uniforme. El uniforme es su verdadera piel. Si los pueblos de Europa supiesen cuán floja, inofensiva y muerta es la desnudez que se oculta bajo el feldgrau del uniforme alemán, el ejército germánico no daría miedo ni al pueblo más débil y desarmado. Hasta un niño se atrevería a enfrentarse a todo un batallón alemán. Basta con verlos desnudos para comprender el sentido secreto de su vida nacional, de su historia como nación. Estaban desnudos ante nosotros como tímidos y pudorosos cadáveres.