Daniela Rea Gómez

  • Ximena Morenohas quotedlast year
    o tengo varios sueños para ti, pero mejor me los guardo. No quiero que te pesen.
  • Daniela Jiménezhas quoted2 years ago
    ¿De dónde viene la mirada con que nos vemos a nosotras mismas? ¿Para querernos necesitamos que antes alguien nos haya querido? “Acabé amándome a mí misma tercamente, como fruto de la desesperación porque no había nada más. Un amor así puede servir, pero sólo servir, no es precisamente lo ideal; tiene el sabor de algo que se ha dejado en la alacena que se vuelve rancio y al comerlo te revuelve el estómago. Puede servir, puede servir, pero sólo porque no hay nada más que ocupe su lugar”, escribió la novelista Jamaica Kincaid en Autobiografía de mi madre. Y aunque Jenny intenta ocupar ese lugar, convencer a su madre de que se mire como una mujer valiosa, parece no ser suficiente, parece que sus palabras no alcanzan para que su madre se quiera. ¿Está eso al alcance de nuestras manos?
  • Daniela Jiménezhas quotedlast year
    Cuidar cansa. Cuidar arrasa. Cuidar asola.
    Pero también conserva, sostiene. Cuidar reúne, cuidar nos hace personas. Las contradicciones del cuidado no surgen del trabajo que conlleva, sino de las condiciones bajo las cuales lo ejercemos y quiénes lo ejercemos: la organización de las ciudades actuales —donde vivimos casi el 80 por ciento de la población mexicana—, fragmentadas e individualistas; la organización social que asume que son las mujeres las responsables de este trabajo; el desprecio por la vulnerabilidad. Todos estos factores dificultan el cuidado en lo personal y en lo colectivo.
    Quizá habría que pensar con mayor ahínco a los cuidados y la vulnerabilidad como una posibilidad de ser comunidad. Comunidad e inmunidad, plantea el filósofo italiano Roberto Esposito, tienen el mismo origen etimológico, munis, que es ser frágil, estar expuesto; si inmunidad es negar la fragilidad, comunidad, por el contrario, supone compartirla, hacerla explícita, exponerse.
  • ferhas quoted2 years ago
    Desde la mujer que soy ahora pienso en mi mamá de 26 años como se piensa en una hermana menor.
  • ferhas quoted2 years ago
    Soy la historia de mi madre y de su madre y de su madre. También soy la historia de mis hijas.
  • Mj Méndezhas quotedlast year
    En algo coincido con Badinter, que ese sentimiento, al menos, no nace al parir a una hija. En todo caso es una relación que tiene otras cosas antes que amor: sobrevivencia, dependencia, asombro, ternura, necesidad.
  • Mj Méndezhas quotedlast year
    Entendí que el capital copta nuestros cuerpos, nuestros cuidados, nuestros sueños. Nuestras redes comunitarias. Las destruye y nos deja solas.
  • Mj Méndezhas quotedlast year
    Que nuestro trabajo sostiene emocional, social y económicamente a un Estado y, sin embargo, no es reconocido. E
  • Armando El Guatequehas quoted2 years ago
    Marcela Lagarde explica en su libro Los cautiverios de las mujeres, que la culpa es un elemento central en nuestros cautiverios. Esa culpa se nos dicta desde la racionalidad patriarcal. A las mujeres se nos exigen las imposibles tareas de ser madres, esposas, amantes, amas de casa, profesionistas y, por tanto, estamos condenadas a cargar con la culpa de no cumplir esos requerimientos que se nos atañen. Somos culpables por no ser suficientes para cumplir esas expectativas sociales imposibles de cumplir.
  • Lizbeth Phas quotedlast year
    prendí a ser mujer principalmente por la imagen de mi mamá: una mujer muy trabajadora, disciplinada, inteligente, buena administradora, creativa, religiosa, conversadora, alegre, cantadora, siempre guapa y cuidadosa de su familia. Cantaba siempre mientras hacía los quehaceres de la casa, cantaba para nosotros y para ella, con ella aprendimos a amar la música. Mi mamá siempre estaba presentable, bien arreglada, no se maquillaba, solamente se pintaba su boca. Mi mamá que repasaba con nosotros las lecciones escolares mientras planchaba. Una mamá entregada a su esposo y sus hijos, una mamá que pensaba primero en los demás, que sus hijos estuviéramos bien, que su esposo estuviera bien, que la casa estuviera bien, que la familia estuviera bien. Sabernos bien la hacía feliz.
    Y así me configuré, como mamá.
    Ahora yo me he preguntado hasta dónde me configuré como mujer. No lo sé. Yo no conocí a mi mamá como mujer hasta que crecí, en mi juventud. Antes conocí a la mamá-mamá, a la mamá-esposa. Hasta entonces no pensé en la diferencia de ser una mujer y ser una mamá.
    “Configurarse”, le escucho decir a mi madre. Como máquinas que se programan. Ser configurada, programada, tener un destino. Mi mamá fue parida y fue programada: nacerás y parirás hijas, las configurarás para que crezcan y paran hijas que paran hijas que paran hijas hasta el fin de los tiempos.
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