El kitsch ya no es lo que era: se ha metamorfoseado, pasando de ser un estilo criticado y destinado a un universo familiar marcado por la falta de gusto, a «neokitsch» sistémico, «cool» y «tendencia», remodelando de pies a cabeza la fisonomía de nuestro mundo. Vivimos ahora en una civilización atravesada por la forma transectorial kitsch, repintada con colores kitsch.