Sierra Simone

—Mi vibrador funciona bien —le digo—. Y no es engreído o vanidoso y no se va.

Antes de que pudiera preguntarle qué estaba haciendo, lo apagó y trepó a mi regazo, lo que hizo que mi polla diera un respingo de interés.

Me había distraído. Uno de mis defectos, lo admito. Rezo todos los días para cambiarlo (cuando me acuerdo).

quería cogerla en mis brazos y limpiarle las lágrimas con besos.

Hacía tres años que no deseaba a una mujer con esta intensidad.

ni siquiera le había visto la cara. Ni siquiera sabía su nombre.

Un hombre al que le gustaba mucho follar antes de oír la llamada de Dios.

«Quiero que esa boca grite mi nombre».
«Quiero…»

Una pequeña sonrisa le torció los labios y quise besar esa sonrisa hasta que estuviera apretada contra mí rogando que la follara

No quise decir su nombre, pero sucedió y lo dije con esa voz, la que ya no uso, la que usaba para poner a las chicas de rodillas y coger mi cinturón sin tener que decir más que «por favor».