Ahora bien, el respeto no implica renunciar a la crítica. Todo lo contrario, le lleva a cuestionar las manifestaciones supersticiosas, mágicas y alienantes de la religión y a quienes la utilizan para seguir oprimiendo a las personas más vulnerables, engañando a personas crédulas, imponiendo sus dogmas incluso a través de la violencia, legitimando las desigualdades sociales y alentando las guerras en nombre de su dios. Ejemplos, y numerosos, tenemos en la historia, que se prolongan hasta el presente con más frecuencia de lo que esperábamos.