Quiero a mi marido como el primer día, con un amor adolescente y anacrónico. Lo quiero como si tuviera quince años, como si acabásemos de conocernos, como si no tuviésemos ninguna atadura, ni casa, ni hijos. Lo quiero como si nadie hubiese cortado conmigo, como si yo no hubiese aprendido nada, como si él hubiese sido el primero, como si fuese a morirme este domingo.