Las «vacas sagradas» son las condiciones que nos ponemos a nosotros mismos (normalmente sin darnos cuenta de que lo hacemos) y que creemos que debemos cumplir antes de podernos considerar dignos. Es como si, en el fondo, tuviéramos uno de esos blancos con los que practican los arqueros, solo que este es invisible y nos olvidamos de que está ahí. A pesar de ello, continuamos apuntando hacia él.