si conociéramos el arte
de abrir piedras,
nos mostrarían la lentitud
de su convalescencia,
como sucede con los árboles;
pero ¿quién puede abrir,
que no es lo mismo que partir
en dos, o en tres, o en mil,
lo que se dice abrir, las piedras?
Si se les mira mucho
acaban por mostrar
su gris más íntimo,
y un poco de ese gris,
que a lo mejor sólo los pájaros
distinguen