A principios del siglo XIX las sociedades científicas eran todavía generales y cubrían todas las ramas de la filosofía natural; en sus sesiones se podían leer y escuchar trabajos sobre cualquier aspecto de la ciencia. Para fines del mismo siglo, el panorama había cambiado drásticamente. Los científicos se aislaron de las humanidades, y la ciencia se convirtió en una segunda cultura. Como resultado, ambas culturas se empobrecieron.