Como apunta el geógrafo Jani Vuolteenaho, en Europa los números rara vez aparecen en el callejero.[246] En Madrid, en 1931, durante el periodo conocido como Segunda República, alguien sensato sugirió que se podían utilizar números para evitar conflictos en caso de que hubiera que renombrar las calles. El ayuntamiento desdeñó la idea de plano y explicó que las calles numeradas «no encajaban con la tradición española» que honraba a los ciudadanos ilustres «prestándoles su nombre a calles en pueblos y ciudades».[247] En la actualidad todavía existen reglamentos por toda Europa que rechazan el uso de números en el callejero. En Estonia, nos recuerda Vuolteenaho, están prohibidas por ley