Pero los mapas pintados a mano eran una de las delicias con las que Barthes disfrutó a su paso por Japón. «Siempre es sabroso ver a alguien escribir, y con más motivo, dibujar», señalaba. «Todas las veces en que se me ha indicado de este modo una dirección, yo he retenido el gesto de mi interlocutor cuando giraba su lápiz para borrar suavemente, con la goma pegada en su extremo, la curva excesiva de una avenida, la juntura de un viaducto