Pero al cabo de un tiempo, pasados quizá otros diez años, vuelves a sentirte insatisfecho con la disposición del cuarto, pues nuestra percepción del espacio cambia a la par que nosotros y a nuestro alrededor nunca habrá un orden definitivo. Lo mismo nos ocurre con el orden de la vida, elaboramos nuestros métodos y durante mucho tiempo estamos convencidos de que nuestros horarios son perfectos, por la mañana trabajamos, por la tarde vamos de paseo, por la noche cultivamos el espíritu… y un día descubrimos que todo esto sólo es soportable y tiene sentido si está en el orden inverso y no comprendemos cómo hemos podido estar tantos años cumpliendo unas reglas tan descabelladas…