Cuando estamos lejos el uno del otro, procuramos evitar que nuestras conversaciones telefónicas se alarguen. No solo porque, en caso contrario, nos veríamos inmersos en un diálogo pormenorizado acerca del estado de los libros, años de publicación, ilustraciones o fijación de precios, sino también porque dichas conversaciones contribuyen a subrayar la distancia que nos separa.