La mente, tan necesaria para pensar y comprender los sentimientos, puede convertirse en un problema para las emociones, los sentimientos y la espontaneidad. El concepto de mentalización surge de la escuela francesa de psicosomática (Marty, 1963), relacionado con la alexitimia, la incapacidad para expresar emociones a través de las palabras. Sin embargo, lo verdaderamente significativo no es la imposibilidad de expresar, sino la incapacidad para realizar nexos entre los acontecimientos y las emociones, es decir, en todo lo que tiene que ver con los sentimientos. Para la escuela francesa, el pensamiento operatorio, o concreto, está relacionado con la inactividad del preconsciente. Es decir, algo se mantiene en el inconsciente y algo se registra en el consciente, pero no hay nexos entre ellos. La persona vive «ignorante» de la repercusión que tienen los acontecimientos en su mundo emocional. El insight no puede activarse; faltan los puentes necesarios que nos permiten sentir para luego poder pensar. Para Winnicott (1963d), la persona tiene miedo de vivir algo que en realidad ya sucedió, pero que no estaba allí para registrarlo en su conciencia.