«Los dioses de la mayoría de las naciones pretenden haber creado el mundo. Los del Olimpo, no. Lo más que hicieron fue conquistarlo… Y en cuanto han conquistado sus reinos, ¿qué hacen? ¿Atienden al gobierno? ¿Fomentan la agricultura? ¿Practican el comercio o la industria? Nada en absoluto. ¿Por qué habían de trabajar honradamente? Encuentran más fácil vivir de los ingresos y atemorizar con truenos a la gente que no paga. Son caudillos conquistadores, bucaneros reales. Luchan y se divierten, juegan y hacen música; beben mucho y se ríen a carcajadas del pobre diablo que les sirve. Nunca temen nada, excepto a su propio rey. No mienten, a no ser en el amor y en la guerra».