Esta es la historia del Vándalo que iba dando zancadas conmigo, el Vándalo que iba dando zancadas por delante de mí, a pesar de que no sabía adónde iba; un solitario sin brújula en las tundras nevadas, un artista del desenfundar deprisa, con capucha y sombrero de castor, mitones sin pulgares, bufanda deshilachada y unos zapatos de cordones blandengues con una suela suelta que parecía un labio de caballo.