La tecnología ha trabajado para hacernos menos resilientes y más adictos a las distracciones y a los placeres frívolos, pues resulta muy rentable. Y, aunque la tecnología ha liberado a gran parte del planeta de la pobreza y la tiranía, ha producido una nueva clase de tiranía: la de la variedad vacía y sin sentido, un flujo infinito de opciones innecesarias.