El sexismo benevolente, por su parte, no es tan obvio porque proviene de personas agradables, con cierto encanto, muy buenos modales y carisma; por eso es tan difícil catalogarlo como dañino. Este tipo de sexismo, también conocido como sexismo ambivalente, es complejo porque se basa en el “valor especial” de las mujeres y la fuerza “protectora” de los hombres. Un sexista benevolente dirá algo como: “La maternidad es el trabajo más importante del mundo”, y luego procederá a asegurar que “las niñas no son buenas en matemáticas”, mientras aboga por pagarles menos a las mujeres y penalizar a los hombres que se interesan en la crianza de sus hijos. Es una forma muy sutil de hacer sentir bien a las personas mientras se les discrimina significativamente. Los hombres que tienen este tipo de creencias incluso les sonríen más a las mujeres con mayor frecuencia que otros.