Berta Vías Mahou

  • Paola Landerohas quoted2 years ago
    alguien realmente sabio debe aprender que la verdadera dignidad de la vejez y de su vida es la resignación
  • clasusca23has quoted8 days ago
    caída de Constantinopla a manos de los turcos en 1453 adquiere su signo más visible; el nacimiento de El Mesías de Händel en 1741; la derrota de Napoleón en 1815; el indulto de Dostoievski momentos antes de su ejecución en 1849; el viaje de Lenin hacia Rusia en 1917…
  • clasusca23has quoted8 days ago
    También en ese «misterioso taller de Dios», como respetuosamente llamara Goethe a la Historia, gran parte de lo que ocurre es indiferente y trivial.
  • clasusca23has quoted8 days ago
    Los millones de hombres que conforman un pueblo son necesarios para que nazca un solo genio.
  • clasusca23has quoted8 days ago
    como en la punta de un pararrayos se concentra la electricidad de toda la atmósfera, en esos instantes y en el más corto espacio, se acumula una enorme abundancia de acontecimientos
  • clasusca23has quoted8 days ago
    más prudente que puede hacer un hombre sensato y no muy intrépido cuando se encuentra con otro más fuerte que él es evitarlo y, sin avergonzarse, aguardar un cambio, hasta que el camino vuelva a quedar libre.
  • clasusca23has quoted7 days ago
    Sin embargo, más que todos sus triunfos militares, lo que honra a Julio César es su magnanimidad tras la victoria. A Cicerón, su opositor, ahora acabado, le concede la vida, sin hacer el más mínimo intento de humillarlo, y únicamente le sugiere que se retire de la escena política
  • clasusca23has quoted7 days ago
    Tras la caída de Catilina, ha subido triunfalmente los escalones del Capitolio, siendo coronado por el pueblo y honrado por el senado con el glorioso título de pater patriae, padre de la patria.
  • Yatzel Roldánhas quoted4 months ago
    —Händel se muere—le gritó al duque, del que sabía que era un gran amante de la música y el mejor protector de su querido maestro—. ¡Tengo que encontrar un médico!
  • Yatzel Roldánhas quoted4 months ago
    Dueño ya absoluto de su cuerpo, el último día, cuando se disponía a partir de Aquisgrán, Händel se detuvo ante la iglesia. Nunca había sido especialmente piadoso, pero ahora, habiendo recuperado milagrosamente la capacidad de andar, al avanzar hacia el coro, donde se encontraba el órgano, se sintió conmovido por lo inconmensurable. Tanteando con la mano izquierda, rozó las teclas. Y sonó. Sonó de un modo claro y puro a través de aquel espacio receptivo, en quietud. Vacilante, lo intentó la derecha, la que durante tanto tiempo había permanecido cerrada, encogida. Y, he aquí que, también bajo ella, un acorde resonó como una fuente de plata. Poco a poco empezó a tocar, a improvisar, y la gran corriente le arrastró. Prodigiosos, los sonoros sillares se alzaron y montaron unos sobre otros, invisibles. Espléndidos, ascendían y ascendían por las airosas construcciones de su genio sin sombra, inmaterial claridad, luz sonora. Abajo, las monjas y los fieles, anónimos, escuchaban con atención. Jamás habían oído tocar a un hombre de esa manera. Y Händel, la cabeza inclinada con humildad, tocaba y tocaba. De nuevo había encontrado el lenguaje con el que hablaba con Dios, con la eternidad y con los demás mortales. De nuevo podía componer. De nuevo, crear. Sólo ahora se sintió restablecido.
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