Todo cuanto le eleve aun por encima de lo que hasta aquí haya logrado ser en sus horas mejores, está bien. Cualquier superación es buena si está en toda su sangre, siempre que no sea tan sólo un momento de ebriedad. Ni algún turbio afán, sino alegría clara, gozo diáfano, que se deja calar y trasver hasta el fondo