De esa manera, dialogaban directamente con lo expresado por Simone de Beauvoir, cuando comparaba a las tareas domésticas con el martirio padecido por Sísifo: «Hay pocas tareas más emparentadas con el suplicio de Sísifo que las de la dueña de casa; día tras día, hay que lavar los platos, desempolvar los muebles y repasar la ropa que mañana estará sucia de nuevo, llena de polvo y rota; la dueña de casa está siempre en el mismo lugar; sólo perpetúa el presente, no tiene la impresión de conquistar un bien positivo, sino de luchar indefinidamente contra el mal y esa lucha se renueva cada día»