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Margaret Rogerson

  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Mentiría si dijera que no sentí curiosidad. El broche, por supuesto, era una pieza de arte humano, como el resto de su atuendo. Mucho tiempo atrás, Grajo había sido muy conocido en Extravagancia. Y un buen día, de improviso, desapareció del mapa. Los elfos codiciaban el arte por encima de todo. ¿Qué calamidad podía apartar a alguien de esa costumbre? ¿Tendría algo que ver con el adorno que acababa de quitarse
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    El resto de la sesión transcurrió en silencio. No el silencio incómodo que suelo sentir en presencia de los de su especie, sino una calma más cálida e indefinida. Me recordó a cuando fui a sentarme bajo mi árbol favorito del pueblo para leer a su sombra y descubrí que había otra niña allí haciendo lo mismo
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    ¿Es que no hay nada que vosotros, los humanos, no utilicéis para mataros los unos a los otros?
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Fue entonces cuando vi el secreto que se escondía en lo más profundo de sus ojos. Aunque era imposible, se trataba de pena. No del típico pesar efímero propio de los elfos, sino de una pena humana, desalentadora e infinita, que se abría en su alma como un gran abismo
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Sí, era evidente que la pena seguía allí. Y, junto a ella, dolor y confusión, en tal extremo que me pregunté si él mismo sería consciente de lo que sentía o si le resultaría ajeno, como tantos aspectos de los elfos lo eran para nosotros
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    estaba prohibido que un elfo se enamorara de una humana y viceversa. Lo cual, para ser sinceros, era casi una broma. El tipo de cosa sobre la que los artistas escribían canciones y tejían tapices. Nunca había ocurrido y nunca podía ocurrir porque, a pesar de su coquetería y de su necesidad de atención, los elfos no sentían nada parecido al verdadero amor
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Un cuervo para un peligro incierto. Seis para uno inminente. Doce para la muerte, si no se evita. El encantamiento queda sellado
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    ¿No se daban cuenta de que sus vidas valían para algo más que para aspirar al dudoso afecto de un tontaina cualquiera? ¿De que la vida no giraba sólo en torno al desamor?
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    La gente solía confundirla con mi madre. Sobre todo los niños y los forasteros, aquellos que no sabían lo que les había ocurrido a mis padres o que Emma, como médico de Extravagancia, había intentado salvarle la vida a mi padre y había fracasado. Al contrario que mi madre, este no había muerto en el acto, lo que, a todos los efectos, habría sido mucho mejor
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Si no hubiera sido por mí, por la responsabilidad de criar a la hija de su hermana, a la hija del hombre que había muerto en sus brazos, se habría marchado al Otro Mundo en cuanto hubiera podido
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