Son los ojos. Absolutamente los ojos. Nunca he visto ojos iguales. Muy grandes, muy abiertos, como puestos ahí en el rostro de un modo artificial, ajenos, ojos de vidrio. Cuando alguien abre mucho los párpados esto puede ser una reacción de sorpresa; hay otros ojos, también (como en el caso de los enfermos de la pituitaria), en que el globo simplemente se salta. Pero aquí es otra cosa. Los ojos de este leproso parecen no tener párpados, están al descubierto de una manera extraña e inmóvil, sin inteligencia, imbéciles y blandos.