En 1984 comencé a enseñar con ayuda de juegos y simulaciones. Siempre alentaba a los estudiantes adultos a que consideraran si los juegos reflejaban lo que ellos sabían y lo que necesitaban aprender. Más importante aún, un juego influye en el comportamiento de uno. Es un sistema de retroalimentación instantáneo. En vez de que el maestro le dé una lección, el juego lo retroalimenta con una lección personalizada, hecha a su medida.